lunes, 7 de julio de 2008

(…) fingir, o disimular, dejan intacto el principio de realidad: hay una diferencia clara, sólo que enmascarada. Por su parte la simulación vuelve a cuestionar la diferencia de lo «verdadero» y de lo «falso», de lo «real» y de lo «imaginario».[1]





[1] Baudrillard, Jean. Cultura y Simulacro. Editorial Kairós, Barcelona, 1978






5 cajas con una puerta… Quiero poner en cada caja una situación diferente, en la que se produzca alguna contradicción, algún juego, o una pregunta… La disposición de las mismas en el espacio no responde a algún criterio en particular, simplemente de manera lineal a la altura de la visión con un pequeño espacio entre cada una.

…la contradicción que se presenta frente al deseo de querer cubrir algo y al mismo tiempo saber que eso no es posible. ¿Cómo ocultar algo que seguimos reconociendo como objeto?
Encontré que este gesto casi infantil era gracioso y bello a la vez, me producía algo, planteaba una interrogante: ¿por qué cubrir algo que no necesita ser cubierto? Pero de la misma manera ¿y porqué no?
(…)Todas las cosas, privadas de su secreto y de su ilusión, están condenadas a la existencia, a la apariencia visible, a la publicidad, a hacer-creer, a hacer-ver, a hacer-valer. Nuestro mundo moderno es publicitario en esencia (…) Todas las cosas quieren hoy manifestarse. Los objetos técnicos, industriales, mediáticos, todos los artefactos quieren significar, ser vistos, ser leídos, ser registrados, ser fotografiados.[1]

[1] ARTE CONTEMPORÁNEO. Estética y Filosofía del Arte Dr. Adolfo Vásquez Rocca. Universidad Católica de Valparaíso - Universidad Complutense de Madrid















… la situación me producía algo, me generaba un conflicto, de no saber si esos dos seres podían conectarse en algún punto, o si solo coexistían en un espacio próximo…

Me gustó esta idea, la de una actitud expresa y manifiesta de ocultamiento, de borrar las huellas adrede… a veces me pregunto si esto es posible. Sería algo así como un crimen perfecto, pero como también afirma Baudrillard, el crimen perfecto no existe… porque vivimos en un mundo de las apariencias, que son las huellas de su inexistencia (…) y así es como el mundo traiciona su secreto. Así es como se deja presentir, ocultándose detrás de las apariencias.[1] Tal vez la tarea consista en indagar, en buscar esos rastros de ese crimen que tal vez no se cometió nunca…

[1] Baudrillard, Jean. El crimen perfecto Ed. Anagrama. Barcelona 1996.

…pensar en que era la mínima unidad de valor del dinero en curso… aquello más básico y elemental. Y a partir de ahí el esfuerzo.






Se me ocurrió tomar objetos pequeños (adornitos que me gusta coleccionar por alguna extraña razón) fotografiarlos, y retocar esas imágenes para fabricar mis propios papeles - tapices. Luego colocaría el objeto frente a este papel y entonces quedaría disimulado con el fondo que era una imagen multiplicada de sí mismo...



(…) Son literalmente imágenes que no dejan rastros,
no tienen consecuencias estéticas, propiamente hablando, pero detrás de cada una de ellas algo ha desaparecido.
Este es el secreto, si es que hay uno, de su simulación. Entonces son simulación: no sólo ha desaparecido el mundo real, tampoco puede plantearse siquiera la pregunta
por su existencia.”
[1]

[1] Baudrillard, Jean. La ilusión y la desilusión estéticas.. Ed Anagrama. Barcelona 1996.

Ellos-imágenes, adornos- están manifestando un concepto esencial del arte contemporáneo que está relacionado con la renuncia a la unidad. Estas curiosas relaciones (imagen/objeto)-que inclusive llegan a ser hostiles por su irreconciliable tenor- indican la supremacía de los fragmentos significativos y el “carácter fragmentario por sobre la idea de obra redonda”acabada en sí misma, total.”[1]

[1] Gutnisky, Gabriel. El trabajo de taller-o cualquier otro- y su elevación al estatuto de “obra”. Apunte de la Cátedra Lenguaje plástico y Geométrico I. 2005.